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Prebióticos, probióticos y postbióticos: entiende la diferencia

En la búsqueda constante de un bienestar óptimo, nuestra comprensión del microbioma humano ha dado lugar a un fascinante campo de investigación y debate: la relación entre nuestra salud y los microorganismos que habitan en nuestro intestino. En este contexto, términos como prebióticos, probióticos y postbióticos se han vuelto comunes en el lenguaje de la salud y la nutrición. Sin embargo, a menudo se malinterpretan o se confunden, lo que puede distorsionar el significado de sus funciones y beneficios reales.

Primeramente, es importante tener clara las tres definiciones:

Los prebióticos son compuestos alimenticios que el cuerpo humano no puede digerir. Sirven como alimento para los microorganismos beneficiosos en el intestino.

Los probióticos son pequeños microorganismos vivos, incluidas bacterias y levaduras, que son beneficiosas para el huésped.

Los postbióticos son sustancias, metabolitos que permanecen una vez la bacteria que las ha producido ya no está viva o presente.

Prebióticos

Los alimentos prebióticos son sustancias beneficiosas para el crecimiento microbiano. Son sustancias de la dieta, fundamentalmente polisacáridos sin incluir el almidón y oligosacáridos no digeribles por enzimas humanas, que favorecen el crecimiento de las bacterias beneficiosas, como por ejemplo las bifidobacterias, y sirven como alimento de los microorganismos comensales beneficiosos que habitan en el intestino, promoviendo la interacción entre los probióticos con las células anfitrionas y los microorganismos residentes beneficiando así a la salud del huésped. Cabe destacar que los prebióticos tienen la particularidad de que el huésped como tal, no puede digerirlos, sino que lo hacen los microorganismos beneficiosos nativos.

Los prebióticos afectan a las bacterias intestinales aumentando la cantidad de bacterias anaerobias beneficiosas y reduciendo los microrganismos patógenos.

Entonces, a diferencia de los probióticos, que son bacterias vivas, los prebióticos colaboran con el crecimiento de las bacterias ya existentes.

La mayoría de los prebióticos se utilizan como ingredientes alimentarios, por ejemplo, en galletas, chocolate, cereales, cremas de untar y productos lácteos. Los más comunes son: La oligofructosa, la Inulina, los Galacto Oligosacaridos, los oligosacaridos de la leche materna y la Lactosa.

Los alimentos prebióticos pueden ser:

  • Alcachofas, achicoria y banana: contienen inulina, un prebiótico natural.
  • Legumbres, patata y boniato: poseen rafinosa.
  • Ajo, cebolla y puerro: poseen derivados de inulina y fructooligosacá
  • Trigo, avena y cebada: poseen inulina.

En algunos casos, son capaces de reducir la inflamación, y además, pueden fomentar el aumento de la cantidad de deposiciones debido a su carácter de fibra no absorbible, por tanto, ayudan a combatir el estreñimiento. Es decir, se pueden utilizar como laxantes por su capacidad de aumentar el peristaltismo.

Las aplicaciones clínicas de los probióticos y prebióticos pueden ser infinitas cómo en la prevención del cáncer colorrectal, erradicación de Helicobacter pylori, enfermedad inflamatoria intestinal, Síndrome de intestino irritable, enterocolitis necrosante, etc.

Probióticos

La Organización Mundial de la Salud define los probióticos como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio a la salud del huésped. Sin embargo, no pueden considerarse probióticos ni las sustancias producidas por microorganismos ni las constituyentes de ellos, a pesar de que estos elementos tengan efectos biológicamente beneficiosos sobre el consumidor.

Mediante interacción directa con la microbiota intestinal, los probióticos modulan su composición ya sea por la inhibición de microorganismos patógenos o favoreciendo la presencia y diversidad de bacterias consideradas beneficiosas dentro del ecosistema intestinal.

La microbiota intestinal tiene una gran influencia en la salud digestiva y en el sistema inmunitario y, por extensión, en el estado general de salud del individuo; interviene en un gran número de funciones esenciales para el correcto desarrollo de la persona y es por ello que este ecosistema debe autorregularse y mantenerse en equilibrio. La ingesta de probióticos es capaz, mediante la reducción del pH del medio y la producción de compuestos antibacterianos (bacteriocinas, peróxido de hidrógeno), de reducir la adherencia, la replicación y la acción de la flora potencialmente patógenas para el hospedador.

Para que un microorganismo pueda ser calificado como probiótico debe cumplir una serie de requisitos, entre los que cabe destacar:

  • Estar correctamente identificado.
  • Carecer de factores de virulencia y/o capacidad de producir metabolitos indeseables para el hospedador, requisito que reduce de forma muy importante los candidatos a ejercer este papel.
  • En la práctica, los probióticos acreditados como tales proceden de los fermentos utilizados en la fermentación de alimentos, y son fundamentalmente lactobacilos y bifidobacterias, ya que no incluyen cepas patógenas dentro de la especie a la que pertenecen.
  • Demostrar científicamente, mediante ensayos clínicos en humanos, los efectos beneficiosos en la salud del hospedador y la seguridad del microorganismo que los produce, más allá de los beneficios inherentes a la nutrición bá
  • Mostrar tolerancia a las condiciones del entorno donde ejercen su acción y mantenerse viables y funcionalmente activos en el tracto gastrointestinal.
  • Estar en una cantidad suficiente para poder ejercer el efecto deseado.
    Los microorganismos incorporados deben ser viables en los productos a los que se incorporan.
  • Deben ser resistentes a las condiciones de procesado, conservación y mantener su viabilidad en cantidad suficiente durante la vida útil del producto en el que se administran.

Postbióticos

En pocas palabras, los postbióticos «son metabolitos de los probióticos u otros microbios que has ingerido», dice Reid. En otras palabras, cuando consumes alimentos ricos en probióticos y prebióticos, los microbios de tu intestino consumen la fibra prebiótica no digerible y producen compuestos bioactivos llamados postbióticos. Los postbióticos también pueden encontrarse en algunas fórmulas infantiles y suplementos para adultos.

Se puede decir que los postbióticos son el objetivo final que todos perseguimos, interfieren en el funcionamiento del intestino manteniendo las bacterias buenas y quitando las malas. Los postbióticos tienen beneficios fisiológicos específicos por derecho propio, como propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y anticancerígenas. Según especialistas: “Protegen la barrera intestinal, evitando las fugas intestinales. Ayudan con la absorción de agua y electrolitos en el intestino, y tienen efectos beneficiosos sobre la función inmune». Estos son sólo algunos de los efectos conocidos, y cada vez están apareciendo más. 

Uno de los ejemplos más importantes de postbióticos es el butirato. El butirato es un ácido graso de cadena corta que se produce en el colon a través de la fermentación de fibra por parte de determinadas bacterias, en concreto, las del filo Firmicutes, que incluyen los géneros Ruminococcus, Clostridium, Eubacterium y Coprococcus. Estas bacterias convierten la fibra soluble –presente por ejemplo en las legumbres, ciertas verduras y cereales–, que nuestro organismo no puede digerir por sí mismo, en butirato y otros compuestos que sí podemos utilizar.

En concreto el butirato es la fuente principal de energía para las células epiteliales del colon, las que forman la barrera que separa el intestino del torrente sanguíneo. Es fácil comprender que cuando estas células se debilitan, la barrera falla y las sustancias tóxicas de nuestras heces pasan a la sangre, provocando inflamación y trastornos de todo tipo. El butirato es necesario para que esto no ocurra. 

Además, varios estudios sugieren que el butirato podría influir en la liberación de hormonas que regulan el apetito, el metabolismo de las grasas y la glucosa, muy importante para trastornos como la obesidad y la diabetes tipo 2, e incluso tener propiedades anticancerígenas, particularmente en el caso del cáncer de colon.

El butirato no es el único postbiótico. Los microorganismos de nuestro intestino generan todo tipo de ‘desechos’ útiles:

  • Otros ácidos grasos de cadena corta.
  • Lipopolisacáridos: componentes de las membranas bacterianas que pueden ser tóxicos si pasan a la sangre.
  • Exopolisacáridos: forman la ‘gelatina’ que envuelve a las bacterias.
  • Plisados bacterianos: mezcla de diferentes componentes bacterianos.
  • Sobrenadantes celulares: una mezcla de compuestos producidos por bacterias y levaduras.
  • Vitaminas como la vitamina K. 
  • Aminoácidos como el triptofano.
  • Neurotransmisores, como la serotonina.

Queda claro, aún existiendo una diferencia entre probiótico y prebiótico y postbiótico, que todos juegan un papel muy importante en la regulación del microbioma. El buen uso de estos elementos, permite establecer un equilibrio bacteriano en el intestino con el objetivo de favorecer un correcto funcionamiento del sistema digestivo y una salud óptima. 

De cualquier forma, dado el rápido incremento objetivado en el empleo de probióticos en los últimos años y en circunstancias clínicas muy diversas, es importante siempre que se utilicen estos tipos de tratamiento, preguntarse acerca de su seguridad, especialmente si se emplean en situaciones en las que su eficacia no ha sido demostrada por la evidencia científica.

Arponen S. ¡Es la Microbiota Idiota!. 14 ed. Editora Alienta, 2021.

Gabriel Olveiraa,b, Inmaculada González-Molero. Actualización de probióticos, prebióticos y simbióticos en nutrición clínica. An update on probiotics, prebiotics and symbiotics in clinical nutrition. Vol. 63. Núm. 9. páginas 482-494 (Noviembre 2016).

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Schrezenmeir J, De Vrese M. Probiotics, prebiotics, and synbiotics-approaching a definition. Am J Clin Nutr 2001; 73(Supl. 2):361-4.